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lunes, 24 de mayo de 2010

El orgullo del pobre...!!!

La producción de excitación de las experiencias que se vive día con día, se puede contrastar entre las alegres y felices, y las tristes y melancólicas, los ojos; ellos nada mas, son la puerta que nos enseña los misterios de alma, y todos sus tesoros ocultos...




El orgullo del Pobre.


Que visión tan obtusa la de aquella mañana,

Cuando sigiloso me dirigía a probar bocado,

La curiosidad invade siempre a los hombres sin alma,

Sobre todo cuando el estomago solo guarda bocanadas de un cigarro…

A veces parece que no deseo ver nada,

Pero cuando los sentidos se inflaman,

Las emanaciones voluptuosas de la humanidad,

Llegan a mí como la brisa del viento…

Tras la triste jornada matutina,

En sus aposentos encuentro dos cuerpos,

Viejos, sólidos, inertes,

Y mi rostro de muerto cobra vida…

Cubren las ropas viejas y mal trazadas,

Los cuerpos de aquellas almas maltratadas,

Un joven y un viejo, un viejo y un joven,

No encuentro yo diferencia alguna…

La sonrisa de la miseria se dibuja en sus rostros,

Sobre sus manos sucias la podredumbre se asoma,

Sobre sus hombros las cargas pesadas,

Pareciera que cargan su vida y sus alamas,

Oh dios mío, y es que aquellas dos almas también se alimentan,

Y se alimentan bien,

Siempre he sentido temor al ver comer a los débiles,

Pues cada bocado me señala el fin de un sufrimiento

Y el comienzo de miles mas…

Y ahí están esos dos cuerpos inertes,

Mirando como devoran sus asquerosos platillos las otras sombras,

Afortunado yo de que aun no toco mi festín,

Pues sus miradas me convertirían en alimento de hombres.

A lado mío un cerdo traga,

De aquellos cerdos femeninos,

Presas de la gula,

Se les derrama el guiso por el hocico,

¡Ah!, pero los cerdos también poseen alma,

Y la de este es un alma caritativa,

Y al ver a los pobres se muestra ostentoso,

Y suelta sus gruñidos tan fuertes para que se den cuenta las masas,

Y gruño más o menos así…

-Queridas almas errantes agobiadas por el sol,

He aquí la muestra de mi bondad,

Os invito a devorar,

Un bocado de corazón-

Mis ojos penetran los ojos del vejete empobrecido,

Y los de el, nublados de falsa alegría;

Casi inundados por la contención de lágrimas,

Se topan de frente con los ojos del cerdo.

Y este cerdo, el cual era una mujer vulgar,

Incita a la otra alma errante,

A que devore junto a ella

Los placeres del estomago.

Que furia escondida la de aquel niño errante,

Al escuchar la invitación,

Pareciera que le destrozaran el cuerpo,

Los colmillos de lobos hambrientos…

Y con una negativa quiso el alejarse de este lugar,

Pero sometido por la mano del viejo,

No pudo más que aguardar,

Y aguardar la piedad…

Ah pero yo descubrí su secreto,

Y es que aquella pequeña alma de corta vida,

Tenía la fuerza de mil dragones,

Y era inteligente,

Y era más que un simple vagabundo…

A sabiendas que su obligación era devorar,

Pues los pobres solo pueden vivir

De la misericordia de los demás según dicen,

Tuvo que tragar,

Y lo hizo; como si en cada masticada se comiera su propia alma…

Y la fétida mujer se marcho contenta,

Pues ha hecho su obra buena del día,

Las puertas del paraíso están abiertas para ella,

Los ángeles le han cantado ya a su oído…

Y aquel niño la observo alejándose,

Y sus ojos se inundaron de furia una vez más,

Y yo leí sus pensamientos,

Y yo sentí su rencor…

Y lo comprendí…

Después de todo ha de ser terrible,

Convertirte en el pasaporte al cielo,

Y el objeto de misericordia,

De un cerdo vulgar.

Víctor Yudiel Carmona Castillo.



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